A Víctor Cruz le habíamos visto en un espectacular Orfeo de Monteverdi en Daroca y Zaragoza y pasar de verle en la piel del noble pastor tracio a verle aquí como un nerd con gafas y calcetín blanco fue tan chocante como interesante; en este caso lo que sobran son tablas y vis cómica tan necesarias en un papel como Taddeo, sin duda uno de los triunfadores de la noche.
Es un placer escuchar a Víctor Cruz, con esa voz firme, contundente, de graves redondos y resonantes y un fraseo siempre atento al acento.
Víctor Cruz es un barítono bajo con buenas agilidades, alcanza bien las notas más graves de su parte y tiene una expresividad realmente adecuada para este tipo de obras. En sus intervenciones destacó la fuerza, positivamente cercana al exceso, de su interpretación del aria Why do the Nations so furiously rage together?
A Víctor Cruz le habíamos visto en un espectacular Orfeo de Monteverdi en Daroca y Zaragoza y pasar de verle en la piel del noble pastor tracio a verle aquí como un nerd con gafas y calcetín blanco fue tan chocante como interesante; en este caso lo que sobran son tablas y vis cómica tan necesarias en un papel como Taddeo, sin duda uno de los triunfadores de la noche.
El barítono mostró su versatilidad, pasando de un tono bufo muy conseguido en el Pulcinella a la solemnidad y la dulzura del oratorio, con un momento culminante de belleza de algunos de sus pasajes.
Una voz poderosa y cálida a la vez, de una proyección soberbia y capaz de regular y de transmitir afectos.
Entre los solistas, mandó la noble y lírica voz del barítono granadino Víctor Cruz, de magnífica prosodia.
Es un placer escuchar a Víctor Cruz, con esa voz firme, contundente, de graves redondos y resonantes y un fraseo siempre atento al acento.
Es un cantante siempre seguro, que se adapta bien a los roles que le toca encarnar, fue quien evidenció una dicción más clara y planteó un muy expresivo papel, apoyado en muchos momentos por una variedad tímbrica en el continuo que funcionó muy bien. Así lo demostró en su dúo «Desgraciado gracioso», con Tisbe, o en su recitado y aria «Ayer, cuando la tarde/Señora, ya que el secreto» con que se cerró la primera jornada, muy bien elaborado en expresión en el recitado, destacando el aria con unos violines de enorme viveza y precisión, acompañando con gran organicidad la voz, en el que fue uno de los momentos más destacados de la velada. En las seguidillas «¿Qué demonios es esto que anda en la selva?» tuvo la oportunidad de mostrar esa vertiente con un punto cómico que le sienta tan bien